La mágica noche de San Juan

No es la noche más corta del año pero es, sin duda, la más mágica. Entorno a la noche de San Juan, o Sankthansaften, hay muchas leyendas y, como en esas historias, la verdad y el misterio, lo religioso y lo pagano se entremezclan.

Lo cierto es que en San Juan o Sankt Hans lo que se celebra es la llegada del verano, el solsticio con el que los paganos querían dejar atrás las penalidades de un invierno en el que, además del frío, la escasez de alimentos marcaba los días. Para ello encendían hogueras con la intención de conmemorar una nueva etapa y pedirle más fuerza al Sol que, desde ese día, se irá haciendo más débil. También esa festividad tiene su punto religioso: el nacimiento de San Juan Bautista, cuyo padre, Zacarías, encendió varias hogueras para que todos supieran que su hijo había nacido.

Una tradición, la de las hogueras, que hemos heredado, aunque con matices. El fuego ilumina esa noche el cielo de España y Dinamarca. El país que nos acoge quema en sus hogueras a una bruja. La tradición se remonta al siglo XX y con ella se querían hacer desaparecer a las fuerzas del mal presentes esa noche. Algo parecido a lo que, dentro de la España diversa, se hace en Galicia con sus distintos rituales. “En San Xoán, meigas e bruxas fuxirán” (“En san Juan, meigas y brujas huirán”) es el dicho que los gallegos utilizan para espantar sus males. En Málaga, los que se lanzan a las hogueras son los “júas”, unos muñecos de trapo que simbolizan todo lo malo mientras se disfruta de una buena moraga (pescado, principalmente sardinas asadas en el fuego).

Saltar sobre las hogueras para tener suerte, pedir deseos, lavarse la cara o los pies con agua de mar para dejar atrás todo lo malo son algunos de los rituales de esta noche, que no será la más corta, pero si la más mágica.